Cuando la ficción se vuelve realidad y la literatura se proyecta como cine en la mente del lector.
Por Edinson Martínez
Las notas que por fin han conquistado estas páginas son el resultado de múltiples intentos por organizar ideas invadidas, una y otra vez, por el asombro de las coincidencias. Culminaba la lectura de El Afgano cuando, de forma inusual en mí, decidí tomarme una fotografía con el libro en las manos y subirla a mis redes sociales. No satisfecho con ello, compartí esa misma imagen con algunos amigos, recomendándoles la novela con una frase que surgió espontáneamente: “Se lee como una película. Te la recomiendo.”
Durante su lectura, no dejaba de preguntarme si los hechos narrados habían ocurrido realmente, y si acaso ya se había producido una adaptación cinematográfica, como ha sucedido con otras obras del autor. No sería de extrañar. Frederick Forsyth publicó The Afghan en 2006 bajo el sello Random House Mondadori, tanto en inglés como en español ese mismo año.
🎞️ Un narrador con mirada de cámara
Forsyth, célebre escritor británico, es conocido por convertir su narrativa en una experiencia casi cinematográfica. Obras como El día del Chacal (1971), Los perros de la guerra (1974) o El expediente Odessa (1972), no tardaron en llegar al cine. Su estilo no se recrea en adornos literarios ni en la prosa poética. Al contrario: se fundamenta en una investigación rigurosa que entrelaza hechos reales con ficción, logrando una narrativa verosímil que invita al lector a cuestionar dónde termina la realidad y dónde comienza la invención.
Leer a Forsyth es como asistir a una proyección fílmica: diálogos precisos, descripciones minuciosas, y un ritmo que no da tregua. Su trabajo recuerda al del periodista que hila datos, testimonios y sucesos históricos para dar forma a una historia sólida y envolvente. No es casual que sus obras hayan sido adaptadas con éxito al cine. Su narrativa fluida y estructurada, casi pensada como guión, facilita esa transición.
📽️ De la pantalla a la página (y viceversa)
Recuerdo haber visto El día del Chacal entre 1976 y 1977. Aunque entonces solo la vi como una buena película, muchos años después, al leer Los Centuriones de Jean Lartéguy (otro autor con sensibilidad periodística), sentí la necesidad de indagar sobre los hechos históricos detrás del filme de Forsyth. Descubrí que el intento de asesinato contra el presidente Charles de Gaulle, núcleo de la trama, ocurrió realmente el 22 de agosto de 1962.
Si bien Forsyth no relata los hechos con exactitud documental —eso rompería con la esencia de la ficción—, su relato se apoya en la realidad. Y eso le da fuerza. Lo mismo ocurre en El Afgano, cuya historia se sustenta en los atentados del 11 de septiembre de 2001 y en la amenaza latente del terrorismo global. Cada giro argumental, cada escenario, cada detalle, parece diseñado para ser visualizado, como si el lector ocupara una butaca de cine.
🧠 Entre la historia y la ficción: Su alquimia narrativa
La prosa de Forsyth no deja espacio para la introspección poética. No hay lugar para reflexiones emocionales o estilismos líricos. Su sello es la objetividad narrativa con el pulso de un cronista. Quizá por eso sus libros han sido tan eficaces al ser trasladados al cine: no hay que reinterpretarlos, ya son, en esencia, cine en papel.
Un ejemplo fascinante es el episodio de los marineros venezolanos asesinados en Puerto España, descrito en El Afgano. Un hecho aparentemente marginal, pero cargado de tensión narrativa, enlazado con el plan terrorista global de la novela. Ese fragmento —tan breve como impactante— es muestra del rigor de Forsyth: nada queda suelto, todo encaja con precisión milimétrica.
“En un sórdido bar junto al muelle en Puerto España, Trinidad, dos marineros mercantes fueron asaltados y asesinados [...] No habían tratado de robar las carteras de los hombres muertos [...] eran ciudadanos venezolanos [...] El capitán Montalbán [...] no tenía ni la más remota idea de que también hay ciento cincuenta millones de musulmanes.”
– Frederick Forsyth, El Afgano (2006)
🕵️♂️ El otro Chacal: una coincidencia histórica
No puedo evitar mencionar al tristemente célebre Carlos Ilich Ramírez, alias “El Chacal”. Durante su persecución por Europa en los años setenta, las autoridades hallaron un ejemplar de El día del Chacal en una de sus supuestas residencias. A partir de ahí, la prensa mundial lo rebautizó con ese apodo. Otra coincidencia que une ficción y realidad, como solo puede ocurrir en el universo narrativo de Forsyth.
📚 Conclusión: una lectura que se proyecta
Volviendo a El Afgano, debo decir que su lectura fue tan inmersiva que por momentos sentí estar dentro de una sala oscura, frente a la gran pantalla. No puedo confirmar si existe una versión cinematográfica de esta novela. Pero si la hay, sin duda la buscaré y la veré, con la esperanza de que haga justicia a la riqueza narrativa del texto.
Frederick Forsyth falleció a los 86 años el pasado 9 de junio. Justo cuando terminaba de leer su obra, me tomé aquella foto con el libro, como un gesto sencillo de recomendación. Hoy, con estas líneas, reitero esa sugerencia con más convicción: lean El Afgano. Se lee como una película.
"Culminando de leer El afgano y, contrario a mi costumbre, me tomé una fotografía con el libro en las manos para inmediatamente postearla en mis redes sociales. Al margen, se me ocurrió enviar la misma foto a unos pocos amigos..."
— Edinson Martínez (@emartz1) June 22, 2025
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